La plantación, la fábrica, y el centro de datos

La plantación, la fábrica, y el centro de datos surgieron en distintos momentos de la historia, pero juntos revelan un modo sostenido de extractivismo e intercambio desigual que continúa formando al mundo. Las plantaciones y las fábricas proporcionaron la mano de obra ‘barata’ necesaria para transformar la naturaleza ‘barata’ en riqueza. Hoy, los centros de datos facilitan el acceso a un nuevo recurso: los datos ‘baratos’ sobre nuestras vidas, extraídos no por la fuerza sino con nuestra participación activa en el proceso. De esta manera, como Nick Couldry y yo discutimos en nuestro libro Los Costos de la Conexión (The Costs of Connection), la dataficación transforma la vida social ordinaria en un aporte al capitalismo, continuando la cadena de extracción comenzada por la plantación y la fábrica.

Esta cadena de extracción tiene raíces coloniales profundas que debemos dejar al descubierto. Con una vista histórica, podemos ver que la dataficación no es solo un momento capitalista o ‘moderno.’ Es de hecho la continuación contemporánea del colonialismo. Es acumulación mediante despojo en una escala incluso mas fundamental que la explotación de la labor por el capitalismo. Lo que la dataficación de nuestras vidas ejemplifica hoy en día es que la extracción no es la pre-historia del capitalismo, es su fuerza elemental. El despojo es necesario para que el capitalismo funcione, y el colonialismo de datos representa la re-actualización de un impulso colonial latente en el capitalismo que nunca se ha ido, de la misma manera que otros legados del colonialismo (el racismo institucional, el eurocentrismo, etc.) nunca se han ido.

De esta manera, como sugirieron los dependistas Latino Americanos de las décadas de 1960 y 1970, el problema no es que la modernidad nos excluya, sino que nos incluya. Los dependistas demostraron que la penetración financiera y tecnológica por parte de corporaciones multinacionales del Norte impiden el crecimiento autosuficiente en el Sur, lo que explica su subdesarrollo. El capitalismo perpetúa el intercambio desigual establecido por el colonialismo: las periferias proporcionan las materias primas y la mano de obra, mientras que el centro usa su saber-hacer para transformar las materias primas en algo que les puede volver a vender a las periferias. Lo mismo está pasando hoy con los datos. Nosotros los producimos, pero en su forma procesada regresan a nosotros con un costo, la integridad mínima del ser. Es, a lo mejor, una forma de desarrollo dependiente en el que las periferias (nosotros) permanecen constantemente subdesarrolladas.

La otra manera en que la dataficación representa un momento colonial es que ésta significa la apertura de una nueva frontera de extracción, dando lugar a otra gran bonanza de acumulación mediante despojo. El acaparamiento de tierras del colonialismo representó uno de esos momentos. Se creó lo que Naomi Klein llama "zonas de sacrificio": territorios, recursos y gentes destinados a servir como combustible para la maximización de ganancias. La captura de nuestras vidas sociales a través de los datos representa otra de estas fronteras. Las nuevas zonas de sacrificio son nuestras vidas sociales, tal como se extraen a través de los datos. Es por eso que el centro de datos está emergiendo para ocupar su lugar junto a la plantación y la fábrica como un sitio de extracción desenfrenada.

 Por esta razón proponemos descolonizar los datos de la misma manera que otras cosas deben descolonizarse, es decir: de manera desordenada, impredecible y creativa. El "regalo" del colonialismo de datos es que une a sus víctimas con una nueva claridad. Las colonias no estaban destinadas a formar vínculos o solidaridades. Pero la tecnología creó esos enlaces, y ahora se pueden usar para imaginar colectivamente cómo pueden ser la resistencia y las nuevas formas de conexión.

 Espero que Tierra Común pueda ser un lugar para compartir esta realidad.

Ulises Ali Mejías

Ulises Ali Mejías es Profesor Asociado de estudios de la comunicación y Director del Instituto de Acción Global en la Universidad del Estado de Nueva York (State University of New York), campus Oswego. Su trabajo se enfoca en los estudios críticos de internet, teoría y ciencia de redes sociales, filosofía y sociología de la tecnología y economía política de los medios digitales. 

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